¿Quién no ha tenido ganas de llorar sin conocer el motivo? ¿Quién no se ha sentido alguna vez que era ahogado por una extraña tristeza? Una tristeza que lo único que quiere es desembocar en los ojos a modo de lágrimas.
Las lágrimas, como la risa, es el detonante de sensaciones, la explosión de lo que uno siente por dentro. No solamente somos cuerpo. Sería más acertado decir que somos una piel que envuelve sensaciones, sentimientos, querencias, odios... El cuerpo es un mero instrumento que tenemos para hacer visible lo invisible, para transformar en físico lo inmaterial. Hasta puedo decir que yo soy lo que siento y no lo que ves.
Gracias a nuestro cuerpo tenemos a salvo nuestros sentimientos y también, por culpa de él, a menudo los ocultamos.
Desearía, tan solo por un instante, poder despojarme de mi cuerpo para que realmente me conocieras, para que vieras cómo soy en realidad, para mostrarte lo que llevo por dentro, lo que es mi vida, lo que soy yo.
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