martes, 19 de febrero de 2013

DESNUDAR EL ALMA


Allí,
uno frente a otro,
sin hablar,
casi sin atreverse a respirar.
Allí,
empapándose de sus miradas,
que no veían cuerpos,
veían deseos contenidos,
caricias anheladas,
besos infinitos.
No veían piel,
veían un regalo divino,
una manta de pasión,
abrigo de ternura.
No veían sus ojos,
podían ver sus almas,
sus sueños,
su espera sin prisas.
Ya no había prisa.
Primero desnudarían sus almas
con la mirada,
después,
sus cuerpos,
con las manos, 
para luego,
vestirlos con lo que habían visto en sus almas.
©

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