Por circunstancias de la vida me ha tocado matar muchas horas en hospitales, en pediatría. Quiero hacer un pequeño homenaje a todos esos héroes bajitos que han tomado esas salas blancas como su segunda casa. Esas miradas que tienen una luz especial, entre inocencia y sabiduría, esperanza y dolor. Esas personitas ha hacen que sus mayores sigan luchando contra viento y marea. Porque ellos son unos verdaderos héroes, héroes de la vida, de la de sus mayores y la de los que están a su alrededor. Ni el más sabio de los maestros te puede llegar a enseñar tanto como estos niños sobre el sentido de la vida. Te enseñan a darte cuenta de lo estúpidos que somos la mayoría de las veces que nos quejamos por nuestras cosas. Te enseñan a que el más mínimo detalle es un regalo. Te enseñan a que hay que aprovechar la vida cada momento, porque esos momentos son efímeros. Te enseñan tanto que podría estar llenando páginas y páginas y me quedaría corta.
Hoy, día del cáncer infantil, no nos cuesta nada enseñarles a ellos que son importantes, que son unos verdaderos héroes de la vida.
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