Esa mirada penetrante
y tu dulce sonrisa,
esas palabras certeras
y las caricias al alma.
Esos abrazos en silencio,
las ganas de tenernos,
los besos nunca dados,
el misterio que nos dimos...
Fueron los grilletes de mi calma,
los asesinos de la rutina,
los verdugos de mi paz,
la prisión de mis sentimientos.
Fueron los que rompieron los esquemas
de una vida rodada,
de un cómodo sosiego,
de unos planos ya forjados.
Fueron los que cambiaron mi persona.
©
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