Tapémonos con la manta de la libertad, de los derechos. Pero antes de hacerlo tenemos que tejerla de nuevo pues unos cuantos gatos la han rasgado con sus afiladas uñas para hacerse un colchón con las pelusas que han dejado. Hilo tenemos suficiente y de sobra para poder hacerlo de modo que quede tan tupida que nada ni nadie pueda volver a romperla. De todos y cada uno de nosotros depende que no quede ningún punto suelto. Yo estoy por la labor, ¿y tú?
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