Como decirte, hijo mío, que tú lo eres todo porque eres mi vida, mi vida completa y perfecta. Has tenido que enfrentarte a algo que otros muchos ni siquiera conocen de lejos. Te has enfrentado al dolor, al miedo. Eso te ha hecho fuerte y esa misma fortaleza es la que me ha infundido todo el respeto que tengo por ti. Te has olvidado de todo el sufrimiento pasado y has tomado el futuro y la felicidad como bandera. No te importa que los demás corran más que tú o sean más ágiles, tu don es la agilidad con la que has tomado el rumbo de tu vida. Decidido a ser feliz, pese a todo, no cejas en intentar conseguir todo lo que te propones. Aprendo de ti día a día y lo seguiré haciendo hasta el final.
Como de costumbre me tocas la fibra. Eres buena, muy buena, sigue y recopila, el libro te lo publicaremos entre tus seguidores. Un abrazo Ana, sigo aquí tras el silencio.
ResponderEliminarRealmente precioso, desconozco tus circustancias, pero me pone piel de gallina.
EliminarSubscribo totalmente el comentario de Enrique
Me llega que rompas tu silencio para decirme cosas así. Muchas gracias Enrique.
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