Ahora, después de tanto tiempo, me doy cuenta de que nada puede cambiar los sentimientos cuando son sinceros, cuando vienen de dentro. Parecen que sólo han pasado dos días desde la última vez, aunque ha sido años. Parece que hayamos detenido el reloj. El tiempo no ha podido desvanecer ni la confianza ni el cariño. Le hemos ganado la batalla al paso de los años en cuanto al olvido. Y he decidido sacar lo mejor de esta batalla ganada, no volver a caer en la trampa del miedo a ser olvidada por las personas que de verdad merecen la pena en mi vida y, por supuesto, nunca olvidarme de ellas.
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