Perdí la virtud del olvido,
perdí tu imagen en mi mente,
no la encuentro para matarla,
para acabar con tu duende.
Es un duende que lleva tu nombre,
tus caricias y tu aroma
que juega a volverme loca,
a pensarte a cualquier hora.
Perdí el derecho a ser libre,
a pensar lo que se me antoja;
te has metido tan dentro de mí
que a todas horas tu recuerdo me aborda.
Has tendido una red invisible
que tejiste con palabras y deseos
ahora aunque quiera liberarme
sigo presa de tu recuerdo.
©
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