Los recuerdos se gastan,
se hacen rancios de tanto pensarlos,
se van pudriendo en la memoria
cuando se repasan sin cesar.
Se adornan con sueños
transformándose en mentiras,
para hacernos creer
que fueron inolvidables.
Los recuerdos sin fecha de caducidad
pasan a ser cuentos inventados,
a ser sueños añorados.
Aquellos recuerdos que quise tener
son los que mi mente ocupa
cada noche antes de entender
que sin ellos nunca existirías.
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