Aquel recuerdo lo repasaba varias veces cada día como una obligación. Su mayor temor era perderlo. ¿Cuántas veces se había sumergido en aquel instante? Ya ni lo sabía. Tan solo tenía que cerrar los ojos y pensar. Lo consideraba su tabla de salvación para no ahogarse en la profunda tristeza que ya le llegaba al cuello. Algunas veces hasta dudaba si en lugar de un maravilloso recuerdo no sería un intenso sueño que alguna noche había tenido. No. Aun recordaba su olor, sus manos, su piel, su voz. Aquel era el recuerdo entre los recuerdos. Era imágenes en su mente que defendía con todas sus fuerzas ante el ataque del olvido. Era lo que le quedaba. Era solamente suyo.
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