Fui ficha en el tablero de tu vida.
Tú jugabas, yo sentía.
Los dados estaban en tu mano,
manejabas el juego con engaños.
Confundí el tablero con un cuerpo
con el que casi tocar el cielo.
Sin saber en dónde me metía
me atrapaste en tus mentiras.
Pero ahora el tablero se ha roto
y con él rasgué todas las fotos.
Las reglas de tu juego no valen
cuando uno juega y el otro no lo sabe.
El perdedor sufre siempre,
el jugador es el que pierde.
Esta ficha ha cambiado de color,
pintada con la tinta del honor.
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