Una extraña corriente en su interior le hizo postergar todos los pensamientos que hasta ahora había tenido sobre su postura ante la vida. Algo le empujaba a cambiar la dirección de las metas que hasta entonces se había fijado. Miraba todo cuanto le rodeaba como si de una película se tratara. Se sentía totalmente fuera de la escena. Nada iba con su persona. Nada tenía que ver con lo que quería o sentía. Era tan solo un mero espectador. Sentía que era la hora de hacer el equipaje de sus sentimientos y marcharse con ellos hacia la búsqueda de otras sensaciones que le despertaran a la vida personalmente activa. El ciclo de aquella etapa tocaba a su fin y no cabían despedidas posibles. Ya no había tiempo para intentar recuperar lo que ya había pasado y no se había detenido a su lado. Sentimientos, ideas, emociones, sensaciones. Todo parecía desvanecerse en un mar de confusión. Tenía que sacudirse todo lo viejo para dar paso a la nueva persona en la que se estaba convirtiendo sin haberlo pretendido. Simplemente había sido víctima de todo cuanto le rodeaba y aquella víctima acababa de sucumbir.
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