Látigo eterno
el del tiempo,
que no perdona,
que nunca cede.
Arena infinita en tus relojes
convierte en barro el pasado.
Veloz en la alegría,
eterno en las penas.
Incansable compañero
y carcelero del momento.
Camino de tu mano
el espacio de mi vida,
añorando tu pasado,
esperando tu futuro.
Cuando quiero atraparte
para detenerte un momento,
te me escapas de las manos
al ricón de mis recuerdos.
Ana, esta poesía enriquece, aunque solo sea por un momento, el tiempo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Mikel.
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