Por la ventana entró, de repente, una ráfaga de aire frío. En el escritorio un montón de papeles con frases inacabadas y versos torcidos volaron por los aires. Aun no habían sido arrugados para acabar en la papelera. Aun no estaba convencida si aquellas letras servirían para algo y quedarían en el olvido.
Quizás fue por azar o el poder de un susurro tuyo pero aquellos papeles se ordenaron en una perfecta composición que llevaba tu nombre.
El viento escribió mis versos para ti. Sólo el supo expresar lo que yo llevaba tanto tiempo intentando.
Fue un soplo de poesía.
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