Y de repente llegó la noche...
Era hora de soñar.
Era hora de soñar con la mente
y soñar con el cuerpo también.
De soñar con los labios
y con los recuerdos.
De soñar con sensaciones
y con emociones.
Era hora de soñar que no soñaba.
De soñar que nunca dejaba de hacerlo.
De vivir sus sueños con la mente...
y con el cuerpo también.
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