Aprendí a leer en tu mirada
todo lo que tu boca callaba.
Aprendí a descifrar en tu piel
todo el placer que me pedías.
Aprendí a callar cuando los besos hablan,
a hablar con caricias y suspiros.
Aprendí a ver lo que por fuera no se muestra,
a adivinar el deseo sin ni siquiera mirarte.
Aprendí que las manos son armas,
armas llenas de ternura.
Aprendí a no contar el tiempo
porque sin ti se hace eterno.
Aprendí a enfadarme con la soledad,
las despedidas y el olvido.
Aprendí que la felicidad vive en ti.
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