domingo, 24 de abril de 2016

TIEMPO


Sólo falta que le digas
que su piel ya no es tersa.
¿Acaso el mismo viento
no azotó tu cara?
Ni sus piernas corren como antes
ni sus manos tocan tu pelo negro,
que ahora con canas
intentas acomodar sobre la calva.
Vuestros relojes marcaron el tiempo al compás.
Sus pechos cayeron tras muchos tic tac,
tu firme cuerpo tampoco lo recuperarás.
No es el cuerpo,
sino el alma,
lo que os ha traído hasta hoy,
vivencias, recuerdos y amor
son la causa de lo que sois.
No le digas que sus ojos
ya no brillan como ayer
si los tuyos no descifran
su compañía en tu vejez.
©

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