Y me sale llamarte cabrón
cuando la espera se hace angustia.
Llamarte de todo lo que llevo guardado
y planeo decirte cuando tu voz miente.
Me sale desearte la muerte,
pero no la muerte fría,
desearte la muerte en vida,
ésa misma a la que me exilias
cuando tu ausencia se vuelve rutina.
Me sale deshacer las costuras
que cosen mi alma a la tuya
con los hilos de las mentiras,
con agujas que mi existencia pinchan.
Me sale decidir que no existes
ni en este mundo ni en el los sueños
pues para mí tú ya estás muerto
al tener el corazón tan seco.
Me sale herirte,
pincharte,
matarte,
ni siquiera olvidarte
pues para mí no has vivido;
y a quien yo de mi vida destierro
no es ni tan solo recuerdo.
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